19 marzo, 2008

Los pedantes (el humor en Galdós)

-No involucremos las cuestiones, señores -dijo Casa-Muñoz poniendo una cara muy parlamentaria-. Y si he de hablar ingenuamente, diré a ustedes que a mí no me asusta la República, lo que me asusta es el republicanismo.

Miró a todos para ver qué tal había caído esta frase. No podía dudarse de que el murmullo aquel con que fue acogida era laudatorio.

«Señor Marqués -declaró Aparisi picado de rivalidad-, el pueblo español es un pueblo digno... que en los momentos de peligro, sabe ponerse...».

-¿Y qué tiene que ver una cosa con otra?... -saltó el marqués incómodo, anonadando a su contrario con una mirada-. No involucre usted las cuestiones.

Aparisi, propietario y concejal de oficio, era un hombre que se preciaba de poner los puntos sobre las íes; pero con el marqués de Casa-Muñoz no le valía su suficiencia, porque este no toleraba imposiciones y era capaz de poner puntos sobre las haches. Había entre los dos una rivalidad tácita, que se manifestaba en la emulación para lanzar observaciones sintéticas sobre todas las cosas. Una mirada de profunda antipatía era lo único que a veces dejaba entrever el pugilato espiritual de aquellos dos atletas del pensamiento. Villalonga, que era observador muy picaresco, aseguraba haber descubierto entre Aparisi y Casa-Muñoz un antagonismo o competencia en la emisión de palabras escogidas. Se desafiaban a cuál hablaba más por lo fino, y si el marqués daba muchas vueltas al involucrar, al ad hoc, al sui generis y otros términos latinos, en seguida se veía al otro poniendo en prensa el cerebro para obtener frases tan selectas como la concatenación de las ideas. A veces parecía triunfante Aparisi, diciendo que tal o cual cosa era el bello ideal de los pueblos; pero Casa-Muñoz tomaba arranque y diciendo el desiderátum, hacía polvo a su contrario.

Cuenta Villalonga que hace años hablaba Casa-Muñoz disparatadamente, y sostiene y jura haberle oído decir, cuando aún no era marqués, que las puertas estaban herméticamente abiertas; pero esto no ha llegado a comprobarse. Dejando a un lado las bromas, conviene decir que era el marqués persona apreciabilísima, muy corriente, muy afable en su trato, excelente para su familia y amigos. Tenía la misma edad que D. Baldomero; mas no llevaba tan bien los años. Su dentadura era artificial y sus patillas teñidas tenían un viso carminoso, contrastando con la cabeza sin pintar. Aparisi era mucho más joven, hombre que presumía de pie pequeño y de manos bonitas, la cara arrebolada, el bigote castaño cayendo a lo chino, los ojos grandes, y en la cabeza una de esas calvas que son para sus poseedores un diploma de talento. Lo más característico en el concejal perpetuo era la expresión de su rostro, semejante a la de una persona que está oliendo algo muy desagradable, lo que provenía de cierta contracción de los músculos nasales y del labio superior. Por lo demás, buena persona, que no debía nada a nadie. Había tenido almacén de maderas, y se contaba que en cierta época les puso los puntos sobre las íes a los pinares de Balsain. Era hombre sin instrucción, y... lo que pasa... por lo mismo que no la tenía gustaba de aparentarla. Cuenta el tunante de Villalonga que hace años usaba Aparisi el e pur si muove de Galileo; pero el pobrecito no le daba la interpretación verdadera, y creía que aquel célebre dicho significaba por si acaso. Así, se le oyó decir más de una vez: «Parece que no lloverá; pero sacaré el paraguas e pur si muove».

B. Pérez Galdós, Fortunata y Jacinta: (dos historias de casadas), capítulo VII.

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3 comentario/s (feed de esta discusión):
Blogger Leónidas Kowalski de Arimatea escribió:

Estos personajes me recuerdan mucho a cierto compañero. En el fondo es un poco triste.

Añado que antes de leer esta novela pensé que sería un coñazo, pero lo cierto es que me gustó muchísimo.

Esto... ¿humór?

3/20/2008 10:27:00 a. m.  
Blogger Gerardo escribió:

A mí me parece un poco coñazo a veces, la verdad.

Corregido el error. Tenía la entrada como borrador, le cambié la fecha y la publiqué sin fijarme mucho. Por lo menos es una falta tan extraña que supongo que es evidente que es un error raro al teclear. Has perdido la oportunidad de restregármelo por las narices, je, je...

Aunque por qué admitirlo si puedo... ¡echarle le culpa a un jaquer! ¡Man jaqueao el blog!

3/20/2008 10:16:00 p. m.  
Anonymous Anónimo escribió:

No descartéis un trastorno de personalidad múltiple. Quizás una de tus múltiples identidades sea un hoygan.

3/20/2008 11:47:00 p. m.  

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